EL PRIVILEGIO DE LA PAUSA EN UN MUNDO QUEVA A MILLÓN

EL PRIVILEGIO DE LA PAUSA EN UN MUNDO QUEVA A MILLÓN

¿Lo percibes? En una época donde el éxito se mide en agendas llenas, publicaciones virales y respuestas inmediatas, tomarse una pausa se ha vuelto casi un acto de rebeldía, pero ¿y si la pausa no fuera una pérdida de tiempo, sino un acto de poder?

Una pausa no es hacer silencio, abandonar o ausentarse, es un respiro que se parece a un suspiro largo y profundo, a una ola que retrocede para tomar impulso, podría decir, en el arte es el compás que da fuerza al siguiente acorde, en la vida, es el paréntesis necesario entre el ruido y el sentido.

Desde la psicología, detenerse es un mecanismo de autorregulación; el cerebro necesita pausas para integrar emociones, tomar decisiones sabias y evitar el agotamiento, incluso físico. No es un lujo: es salud mental.

¿Y qué ganamos al pausar? Primero, claridad, alejarse un momento de la escena nos da otra perspectiva y quizá más segura. Segundo, creatividad; grandes ideas nacen cuando el cerebro se desconecta del deber y se conecta con el ser y tercero, humanidad; una pausa permite reconectar con lo esencial de la vida: un café sin prisa, una conversación sin notificaciones, un día sin pretender, un salir sin mirar el reloj.

Quien no se detiene, se rompe, aunque el algoritmo no tenga botón de pausa, tú sí. Usarlo no te quita brillo, te devuelve luz y tranquilidad que tanto mereces. Haz la pausa.

Por Luis Eduardo Narváez Martínez ( @luisenarvaezm)

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