Colombia, un escenario donde importar mercancía se convierte en una ardua tarea, ha dejado a muchos empresarios y comerciantes desamparados. Los importadores enfrentan cotidianamente desafíos para mantener su flujo de mercancía, debido a las limitadas opciones de financiamiento disponibles en el país. Este hecho representa uno de los principales obstáculos para el crecimiento de esta actividad, en la cual el endeudamiento es clave para ingresar a la exigente demanda del mercado internacional y, sobre todo, para mantener a flote la oferta en el ámbito nacional.
Según datos proporcionados por Finkargo, una plataforma tecnológica de financiación para el comercio internacional, el 90% de las operaciones de comercio exterior requieren financiamiento en alguna etapa de su cadena. Sin embargo, al menos la mitad de las solicitudes de crédito son rechazadas, principalmente por instituciones financieras tradicionales. El análisis revela que las pequeñas y medianas empresas (pymes) son las más afectadas por la limitada cobertura financiera, lo cual se suma a la baja participación de Latinoamérica en el comercio mundial.
Para hacer frente a cada carga de mercancía, los importadores colombianos llevan a cabo diversas estrategias para contrarrestar el impacto del precio del dólar en los costos de nacionalización. Esto se vuelve aún más desafiante cuando se busca mantener una posición competitiva en medio de un panorama inflacionario. A pesar de estos riesgos, los importadores colombianos continúan apostando por una actividad que impulsa la economía nacional y abastece a numerosos sectores industriales y de consumo en el país.
De acuerdo con las recientes cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), las importaciones han disminuido en comparación con el mismo período del año anterior. Solo en marzo de 2023, los ingresos por importaciones ascendieron a $5.856,8 millones de dólares CIF, lo que representa una caída del 17,1% en relación a los USD$7063,4 millones facturados en el mismo mes del año previo. A pesar de ello, se observa un leve crecimiento respecto a febrero de ambos años. Uno de los sectores más afectados por esta variación es el de las manufacturas, el cual representa aproximadamente tres cuartas partes de todas las importaciones, seguido a gran distancia por los artículos agropecuarios, alimentos y bebidas (17,5%), así como los combustibles y otros productos de industrias extractivas (8,3%).
Santiago Molina, CEO de Finkargo, destaca que uno de los elementos comunes en el gremio de importadores es la necesidad de apalancamiento financiero para obtener una rentabilidad real frente a las obligaciones aduaneras que deben cumplirse. Además, se deben considerar los riesgos y pérdidas asociados al transporte marítimo de mercancías, así como el costo de un seguro y otras pólizas que garanticen la llegada intacta de la carga. El equipo de Finkargo ha estudiado este fenómeno y ha encontrado que los mecanismos para importar mercancía en Colombia, en su mayoría, no satisfacen las necesidades reales
de los importadores y sus objetivos de crecimiento a mediano y largo plazo. Los obstáculos más frecuentes son los largos trámites a los que las empresas deben someterse, los requisitos difíciles de cumplir, especialmente para las pymes, y aspectos relacionados con la flexibilidad del crédito, como el tiempo de desembolso y el límite establecido.
En la práctica, se estima que los dos sistemas de financiamiento más utilizados por los importadores colombianos son los bancos tradicionales, cuyas líneas de crédito no cubren los costos asociados con cada carga de mercancía, y la autofinanciación. Sin embargo, ninguna de estas opciones parece estar diseñada para impulsar el crecimiento de estos negocios, ya que no logran financiar todas las operaciones comerciales de los importadores, dejándolos en condiciones de falta de liquidez o con un portafolio reducido para enfrentar la demanda del mercado nacional.
Molina explica que, en la práctica, existen otras iniciativas que están brindando apoyo a un número considerable de empresas, permitiéndoles financiar de manera segura y sostenible la compra de mercancías en el extranjero. «Desde el ecosistema fintech, buscamos derribar el mito del excesivo papeleo y los bloqueos financieros, ofreciendo opciones de financiamiento a empresas a las que las entidades tradicionales les cierran las puertas o les ofrecen productos crediticios demasiado centrados en la generación de intereses, sin considerar la rentabilidad de su negocio», destaca Molina.
Además, agrega que son estas alternativas las que están permitiendo oportunidades de expansión para nuevas actividades comerciales y compañías que abastecen a industrias enteras. Para estas industrias, resulta fundamental que el país aumente su participación en el comercio exterior regional y en otros mercados emergentes.